Arch2o Steilneset Memorial Peter Zumthor + Louise Bourgeois |
Enseñar arquitectura, aprender arquitectura
Los jóvenes acuden a la universidad,
quieren ser arquitectos o arquitectas, quieren averiguar si poseen las
cualidades para ello. ¿Qué es lo primero que se les transmite?
Lo primero que se les ha de explicar es
que no se encontrarán con ningún maestro que plantee preguntas ante las cuales
él sepa de antemano la respuesta. Hacer arquitectura significa plantearse uno
mismo preguntas, significa hallar, con el apoyo de los profesores, una
respuesta propia mediante una serie de aproximaciones y movimientos circulares.
Una y otra vez.
La fuerza de un buen proyecto reside
en nosotros mismos y en nuestra capacidad de percibir el mundo con sentimiento
y razón. Un buen proyecto arquitectónico es sensorial. Un buen proyecto
arquitectónico es racional.
Antes de conocer siquiera la palabra
arquitectura, todos nosotros ya la hemos vivido. Las raíces de nuestra
comprensión de la arquitectura residen en nuestras primeras experiencias
arquitectónicas: nuestra habitación, nuestra casa, nuestra calle, nuestra
aldea, nuestra ciudad y nuestro paisaje son cosas que hemos experimentado antes
y que después vamos comparando con los paisajes, las ciudades y las casas que
se fueron añadiendo a nuestra experiencia. Las raíces de nuestro entendimiento
de la arquitectura están en nuestra infancia, en nuestra juventud: residen en
nuestra biografía. Los estudiantes deben aprender a trabajar conscientemente
con sus vivencias personales y biográficas de la arquitectura, que son la base
de sus proyectos. Los proyectos se abordan de manera que pongan en marcha todo
ese proceso.
Nos preguntamos qué es lo que
entonces nos gustó, nos impresionó, nos conmovió en esa casa, en esa ciudad, y
por qué. Cómo estaba dispuesto el espacio, el lugar, qué aspecto tenía, qué
olor había en el ambiente, cómo sonaban mis pasos, cómo resonaba mi voz, cómo
sentía el suelo bajo mis pies, el picaporte en mi mano, cómo era la luz sobre
las fachadas, el brillo de las paredes. ¿Era una sensación de estrechez o de
amplitud, de intimidad o vastedad?
Pavimentos de listones de madera como
ligeras membranas, pesadas masas pétreas, telas suaves, granito pulido, cuero
delicado, acero rudo, caoba bruñida, vidrio cristalino, asfalto blando
recalentado por el sol; he aquí los materiales de los arquitectos, nuestros
materiales. Los conocemos a todos ellos y, sin embargo, no los conocemos. Para
proyectar, para inventar arquitecturas, debemos aprender a tratarlos de una
forma consciente. Eso es un trabajo de investigación; eso es un trabajo de
rememoración.
La arquitectura es siempre una
materia concreta; no es abstracta, sino concreta. Un proyecto sobre el papel no
es arquitectura, sino únicamente una representación más o menos defectuosa de
lo que es la arquitectura, comparable con las notas musicales. La música
precisa de su ejecución. La arquitectura necesita ser ejecutada. Luego surge su
cuerpo, que es siempre algo sensorial.
Todos los trabajos del proyecto del
primer curso de arquitectura parten de la sensualidad corporal y objetual de las
arquitecturas, de su materialidad. Experimentar la arquitectura de una forma
concreta, es decir, tocar su cuerpo, ver, oír, oler. Los temas del curso son
descubrir esas cualidades y, después, saber tratar con ellas conscientemente.
En todos los ejercicios se trabaja
con materiales reales, se apunta siempre, y de una forma directa, a objetos
concretos, cosas e instalaciones hechas de materiales reales (barro, piedra,
cobre, acero, fieltro, tela, madera, yeso, ladrillo, etc.). No hay maquetas de
cartón. Lo que se debe producir no son, en absoluto, "maquetas", en
su sentido habitual, sino objetos concretos, trabajos plásticos a una
determinada escala.
Incluso el dibujo de planos a escala
debe partir siempre de un objeto concreto (aquí el orden habitual en la
práctica arquitectónica -idea, plano, modelo, objeto concreto- se invierte).
Primero se crean los objetos concretos y más tarde se dibujan a escala. E
incluso la comprensión de las distintas dimensiones de la escala en la
arquitectura se estudia en objetos concretos (por ejemplo, tomando medidas de
una sección transversal o longitudinal de un trazado viario, dibujos detallados
de un espacio interior existente, etc.).
Llevamos en nuestro interior imágenes
de las arquitecturas que nos han ido configurando, y podemos hacer revivir
estas imágenes en nuestro espíritu y hacerles preguntas, pero de todo esto no
surge aún un nuevo proyecto, ninguna nueva arquitectura. Todo proyecto ansía
tener imágenes nuevas, nuestras "viejas" imágenes únicamente nos pueden
ayudar a encontrar las nuevas.
Pensar en imágenes al proyectar algo
entraña siempre pensar en la totalidad. Pues, por su naturaleza, la imagen
muestra siempre la estructura total del sector de la realidad imaginada objeto
de consideración, como, por ejemplo, la pared y el suelo, el techo y los
materiales, la atmósfera luminosa y la tonalidad de un espacio. E incluso,
igual que en el cine, vemos todos los detalles en la transición del suelo a la
pared y de la pared a la ventana.
Es evidente que, con frecuencia, estos
elementos no están ahí al comenzar un proyecto, cuando intentamos hacemos una
imagen del objeto que estamos pensando. La mayor parte de las veces, la imagen
es incompleta al comienzo del proceso del proyecto, de modo que nos esforzamos
por volver a concebir y clarificar una y otra vez el tema de nuestro proyecto,
a fin de que las partes que faltan encajen en nuestra imagen. O, dicho de otro
modo: proyectamos. La clara y concreta perceptibilidad de las imágenes que nos
representamos nos ayuda a hacerlo, a no perdernos en la esterilidad de
abstractas hipótesis teóricas, a no perder el contacto con las cualidades de
concreción de la arquitectura. Nos ayuda a no enamoramos de la calidad gráfica
de nuestros dibujos y a no confundirla con lo que constituye realmente una
cualidad arquitectónica.
Producir imágenes interiores es un
proceso natural que todos nosotros conocemos. Forma parte del pensamiento.
Un pensamiento asociativo, salvaje,
libre, ordenado y sistemático en imágenes, imágenes arquitectónicas, espaciales,
en color y sensoriales; he aquí mi definición preferida del proyectar. Me
gustaría transmitir a los estudiantes que el método adecuado para proyectar es
ese pensar en imágenes.
Peter Zumthor
1996
Pensar la Arquitectura